El Tarot Egipcio
Sabemos
que el Tarot, independientemente del mazo que queramos elegir, es como un gran
libro lleno de sabiduría en el que cada Arcano es un capítulo.
Se
le ha denominado el viaje del héroe
porque es un camino de iniciación en el que ser humano va evolucionando con
cada peldaño, que va desde El Loco hasta El Mundo.
Se
trata de representaciones arquetípicas, cada Arcano desempeña un rol, por
decirlo de un modo sencillo. Uno es el padre, otro la comunicación, otro la
reflexión, etc.
A
todo ello se le añade la simbología y el color, elementos imprescindibles para
la plena comprensión de cada Arcano.
Hay
mazos de temática muy variada, como podemos comprobar en cualquier catálogo de
barajas de Tarot, pero sin duda alguna, uno que siempre ha llamado
poderosamente mi atención ha sido el Tarot Egipcio Kier.
A la
representación de la figura central, de una forma más o menos reconocible y
comparable con lo que puede ser su imagen en un Marsella, (en el caso de los
Arcanos Mayores, ya que en el resto de cartas se representan acciones o
virtudes que nada tienen que ver con los Arcanos Menores), se le añaden en dos campos bien delimitados, uno superior a
la figura y otro inferior, una serie de caracteres a modo de jeroglíficos que
contienen significados sagrados y fuerzas ocultas.
Al
igual que a lo largo de la historia se han utilizado los capiteles, bóvedas,
frontones, parteluces, complejos pictóricos y escultóricos para enseñar y
adoctrinar sobre las diferentes religiones, mostrando a las gentes que no
sabían leer los misterios de la Biblia (por ejemplo, en el caso del
Cristianismo) y sus distintos pasajes, estos símbolos aportan un conocimiento
esotérico que enriquece y aclara, (si nosotros consideremos necesario su
incorporación en la lectura), la profundidad real del Tarot.
La
parte central de la carta la vamos a dejar en blanco y negro ya que lo que
queremos interpretar son las partes superior e inferior de la misma.
Comenzamos
con El Mago.
En
la parte superior los ojos representan los ojos del Maestro, el infinito, el ocho
tumbado, el caduceo de Mercurio, los 8 Kabires que rigen la Naturaleza y los
grandes misterios de la vida y la muerte.
El
signo situado en la parte del entrecejo representa un tornado de tierra y aire.
El
pájaro hace referencia a la fuerza del fuego.
El
símbolo restante es de atracción magnética.
En la parte inferior, en lo que son las
Aguas de la Vida encontramos la piedra
cúbica, la piedra filosofal ya
labrada y perfectamente escuadradas sus aristas, indicándonos que es el trabajo
que tenemos que realizar.
Se
trata de la piedra cúbica de Jesod,
el noveno Sephirot, el correspondiente a la energía sexual.
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