El
Arcano Mayor de la introspección. Nos referimos al Ermitaño.
Al
Ermitaño le corresponde el número 9, número de final de ciclo, de recuperación
y en cierto modo de liberación y de volver a nosotros mismos.
En
el Tarot de Marsella se le
representa como un hombre mayor, encorvado y vestido con un manto con capuchón
de monje.
En
su mano izquierda lleva una vara sobre la que se apoya y con la que capta las
energías del universo para controlarlas y que no se vuelvan destructivas.
En
la mano derecha porta un farol elevado, con el que parece que se alumbra el
camino. Esa luz es la luz del conocimiento, de la esencia del ser humano, que
disipa la oscuridad y el caos espiritual. Esa llama ha de controlarse para ser
útil. Controlada, puede calentarle y ahuyentar a los posibles animales que
quieran atacarle, si se descontrola, puede devorar al Ermitaño, al bosque y al
mundo entero. Ese control se ve en que parte de su manto cubre el farolillo,
para no deslumbrar a aquellos que vienen de frente y que no están acostumbrados
a esa luz, a ese conocimiento y sabiduría.
Camina
sólo, al igual que el Loco, pero el Ermitaño no gira la cabeza para mirar hacia
atrás, no le preocupa ni le interesa el pasado, sólo se lleva lo que le sirvió
de aprendizaje.
Con
ese farolillo no sólo se alumbra el camino, también atrae a otros que quieran
alcanzar esa luz, esa iluminación y conocimiento.
En el Tarot de Rider-Waite no hay apenas diferencias, salvo la falta de color,
que en este caso el gris representa la discreción.
Por otro lado, dentro del farol,
lo que alumbra es una estrella de 6 puntas, símbolo de la sabiduría salomónica.
Simboliza la reflexión, la
prudencia, la mesura, la paciencia y la discreción, siendo este Arcano el de la
sabiduría, la concentración, la serenidad y la búsqueda de la verdad.
Esa búsqueda es interna, en silencio, recogida, muy recomendada para temas espirituales, religiosos o esotéricos.
Esa búsqueda es interna, en silencio, recogida, muy recomendada para temas espirituales, religiosos o esotéricos.
El Ermitaño es un Arcano que
representa a Virgo, signo de tierra, metódico, ordenado y discreto.
Relacionado con la Mitología, se
le asemeja con Cronos/Saturno, Dios del tiempo, un anciano lleno de sabiduría
adquirida a través de sus experiencias. Si sabemos mirar hacia nuestro interior
y sabemos ver nuestro camino, esa luz, la de ese farolillo, alumbrará ese
camino y nos conectará con nuestra
propia naturaleza.
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