Este
mazo está basado en la práctica actual de la Wicca, el ancestral sistema
religioso pagano, e ilustra de manera clara con imágenes modernas las creencias
y prácticas de una mujer actual que vive según las doctrinas de la antigua religión.
La
Wicca es una religión heredera de la antigua creencia que empezó en el
Neolítico con las primeras pinturas rupestres y los primeros ritos de
enterramiento humano. Esta religión panteísta cree principalmente en dos
fuerzas primigenias a las que denomina como Diosa y Dios, aunque su divinidad
principal es la Diosa en sus diferentes facetas. Posee un fuerte contenido
ecologista, ya que respeta profundamente la Naturaleza y cree que todos los
seres poseen un espíritu o energía elemental que los anima. Es por esto que
busca el equilibrio entre la Naturaleza y el hombre, incluso cuando éste habita
en las ciudades.
Otra
de sus creencias principales es la de la reencarnación. La Wicca incluye
rituales mágicos con fines prácticos y de culto, y a sus seguidores se les
conoce con el nombre de paganos o también de wiccanos.
Uno
de los elementos distintivos de este Tarot está en las figuras de corte que
aquí han desaparecido siendo sustituidas las sotas por los elementales, los
caballos por los novicios, las reinas por los iniciados y los reyes por los
ancianos.
Los
elementales, primera de las figuras de los palos, son la encarnación de los
bloques constructores de la materia; están dotados de energía y conciencia
aunque no poseen una personalidad propia, y se clasifican según sea la fuerza
con la que trabajan: fuego, agua, aire y tierra.
El
novicio es aquel que está empezando su aprendizaje con la fuerza de la
naturaleza a la que representa el palo al que pertenece.
El
iniciado representa el estado en el que el individuo ya ha aprendido a trabajar
con el elemento correspondiente y conoce sus secretos.
Finalmente,
el anciano es aquel que ha llegado a tal grado de madurez y sabiduría dentro
del elemento al que pertenece que está en disposición de transmitir sus
conocimientos.
Vamos
a repasar sus Arcanos Mayores:
La
visión que nos ofrece el Loco es la
de una mujer vestida con una túnica de color blanco (pureza) que camina a
oscuras y con los brazos extendidos sobre lo que parece un camino de estrellas,
símbolo de la luz espiritual.
Le
acompaña un gato blanco, posiblemente sea su lar. El lar es un compañero del
trabajo mágico en la tradición wicca y se le considera de la familia, e incluso
en ocasiones, como un antepasado.
La
imagen del Mago nos muestra a una
mujer realizando un ritual en el claro de un bosque bajo la luz de la luna
llena. Con su mano derecha abre El libro
de las sombras y a su alrededor vemos los símbolos de algunos elementos: el
pentagrama grabado en piedra simboliza le tierra; la espada, el aire y la copa,
el agua.
El
arcano de la Sacerdotisa muestra
también una escena nocturna en la naturaleza. Una mujer vestida de blanco
parece aleccionar a un grupo de seis personas bajo la Luna llena. El rostro de
la Diosa se dibuja entre las personas y la Luna.
En el hermoso arcano de la Emperatriz
vemos a tres mujeres de diferentes edades: una anciana, una mujer de mediana
edad y una niña, que representan los tres estados de la Diosa: virgen, madre y
hechicera. Simbolizan también la fase creciente, llena y menguante de la luna,
el famoso símbolo )O(. Las tres están plantando en un huerto (fecundidad y
abundancia) presidido por una efigie de la Diosa que surge de un rosal. La casa
que hay detrás de ella simboliza protección.
El
Emperador nos muestra una escena en
el interior de un templo en la que el sumo sacerdote wicca parece estar
impartiendo directrices a un grupo que espera sus palabras. A su lado aparece
una suma sacerdotisa y en primer plano una mujer atenta a la escena.
En
la imagen que vemos en el arcano del Papa
unos hombres queman libros en una pira frente a una iglesia católica, mientras
un sacerdote observa lo que sucede sin actuar. La pira simboliza la destrucción
y el mal, y los libros aluden a la sabiduría y a la representación del
universo. En primer plano, una joven mujer se marcha del escenario de la
infamia.
Los
Enamorados nos muestra un paisaje al
aire libre con una bifurcación o encrucijada en la que una mujer se encuentra
en el centro de la misma, casi como un eje del mundo: si elige el camino de su
derecha, le espera lo cotidiano y familiar, la zona de confort; si elige el de
su izquierda, encontrará el camino de lo nuevo, del espíritu y de la aventura.
El
Carro muestra una imagen
contemporánea. El carro típico que suele aparecer en los mazos tradicionales ha
sido sustituido por un automóvil familiar. En el techo del vehículo aparece un
baúl, que simboliza el cofre o arca donde se guardan los conocimientos y los
tesoros del espíritu. En la parte trasera una joven parece esperar la ayuda de
los dos hombres que se acercan a ella. La carretera es el símbolo moderno que
sustituye al camino, el viaje por la vida.
En
la Fuerza vemos a una joven wiccana
vestida con una túnica blanca sentada en el claro de un viejo bosque. El
personaje está rodeado de animales salvajes: un oso (mediador entre el cielo y
la tierra), un lobo (emblema de la luz y guía de ánimas), dos ratones (antiguas
brujas tenían el poder de transformarse en ratones), un mapache y un zorro
(símbolo de astucia y las artes mágicas). En su regazo tiene unas flores
(emblema del alma y encarnación de la belleza).
El
Ermitaño nos muestra a una joven
encerrada en su estudio. Sobre la mesa hay todo tipo de libros (símbolos de
sabiduría y conocimiento) que comparten espacio con algunos de los instrumentos
de la magia como un pentáculo, símbolo del elemento tierra y de protección
mágica, y un atame o cuchillo, que representa el elemento aire. La imagen está
iluminada por las velas, que representan el elemento fuego.
La
imagen que aparece en la Rueda es
totalmente moderna, pero no por eso su significado pierde trascendencia. Ante
un ordenador, símbolo de la nueva magia tecnológica, y totalmente concentrada,
vemos a una joven estudiando una carta astral o rueda zodiacal.
El
arcano de la Justicia nos muestra
una plácida escena en la que una joven está sentada en un amplio e iluminado
estudio. Sobre la mesa se ven unas hojas de hiedra, símbolo de la inmortalidad,
junto a unos libros (sabiduría). A su derecha, el sumo sacerdote (representante
de la polaridad yang y de Dios) sostiene una balanza, símbolo de la justicia. A
su izquierda la suma sacerdotisa (representante de la polaridad ying y de la
Diosa) le muestra el libro de la ley.
El
Colgado nos permite presenciar un
rito oculto de la tradición pagana wiccana: la iniciación de una neófita. Una
mujer joven vestida con una túnica negra está siendo cegada con una venda en
los ojos y atada de manos (recreación dramática de su estado de no iniciada)
por dos mujeres ya iniciadas.
En
el arcano de la Muerte podemos ver
la escena de otro rito relacionado con algún tipo de iniciación, en la que se le
tapan los ojos a una neófita, como símbolo de la búsqueda de la visión interior
o sabiduría. Sobre su mano derecha vuela una gran mariposa, emblema de la
supervivencia del alma, mientras que en la izquierda porta una vara, símbolo de
poder, en la que hay una crisálida, encarnación del estado de muerte
(representación de un nuevo comienzo). Alrededor de la protagonista los
iniciados son testigos de su renacimiento.
La
Templanza vuelve a mostrarnos una
imagen actual, la de una joven sentada en un despacho con todos los elementos
modernos de una oficina: teléfono (símbolo de comunicación), ordenador,
etcétera. Estos elementos comparten el espacio con antiguos emblemas de la magia, como el pentáculo
colgado de la pared o la efigie de la Diosa sobre la mesa de trabajo. De los
dedos de la mujer surge el símbolo de la lemniscata, emblema de la eternidad.
En
el Diablo aparece una joven iniciada
sentada en el suelo entre pétalos de flor, que simbolizan lo efímero. Cerca de
ella, un atame o cuchillo, un incensario y una vela (elemento fuego). El
personaje está absorto escribiendo sin percatarse de la presencia de sus hermanos
en el arte (las túnicas a su espalda), atenta tan sólo a lo que parecen
susurrarle los espectros a su izquierda.
En
la Torre se muestra el Gran Rito,
uno de los más sagrados de la wicca. Se trata de una práctica sexual que puede
representarse en forma real o simbólica. Para los wiccanos el sexo es sagrado.
Cuando se realiza este rito se convierte en un sacramento en el que la mujer
encarna a la Diosa y el hombre al Dios (algo similar a lo que ocurre en el
tantra yoga). Este rito se realiza entre un hombre y una mujer; para ellos el
coito forma parte habitual de su relación y es producto del amor, es decir, son
esposos y amantes. En este arcano vemos a una joven que se aparta cabizbaja de
dos parejas de amantes que se abrazan a la luz de la Luna.
La
preciosa imagen del arcano de la Estrella
es la de una mujer de pie en un camino del bosque entre dos viejos árboles,
símbolo de los del paraíso (el de la ciencia y el de la vida). Suspendida ante
ella y bajo el cielo estrellado se perfila la silueta de la Diosa desnuda que
se aparece frente a la mujer.
En
la imagen del arcano XVIII, la Luna,
vemos a una mujer sentada sobre un saliente rocoso que se asoma a un lago
(conexión e inconsciente) de montaña iluminado por la Luna llena. En la mano
derecha sostiene un cuchillo ceremonial o atame, mientras que en la izquierda
eleva un cristal de cuarzo (el agua cristalizada es símbolo de pureza). A sus
pies y bajo la gran roca, aparece un cangrejo de río, símbolo de la vida en
germen.
En
el Sol, frente a una playa teñida
por el sol del ocaso, una mujer dibuja en la arena el símbolo del pentáculo;
junto a ella aparece un bolso grande donde guarda sus posesiones. En un segundo
plano, dos niños (la niñez simboliza el hijo del alma en sus dos polaridades,
yin y yang) construyen castillos de arena (la realidad ilusoria).
En
el arcano del Juicio aparecen tres
escenas que se sobreponen. En la del primer plano se nos muestra el tiempo
presente de una joven en una sesión de regresión bajo la tutela de una
iniciada. En la imagen del segundo plano a la izquierda aparece el recuerdo de
otra vida en la que la joven se encuentra mirando un cadalso donde han ahorcado
a tres hombres. A la derecha, en la tercera escena, se ve a la misma joven
atada a un poste a punto de ser quemada por bruja.

En
el último de los arcanos mayores, el Mundo,
vemos de pie sobre una roca (firmeza)
que flota sobre el agua oscura del inconsciente y clara de los sentimientos, a
la joven en su función de suma sacerdotisa y vestida de blanco, junto a su
compañero, el sumo sacerdote, vestido de negro (las dos polaridades, la Diosa y
el Dios). Ambos invocan a los elementales: la salamandra (fuego), la sílfide
(agua), el enano (tierra) y el hada (aire), que giran a su alrededor. En el
horizonte, una muralla de nubes (el aire) y otra de llamas (fuego) completan
los elementos invocados.