El Tarot requiere de un especial cuidado.
Una
baraja de Tarot es una herramienta mágica que requiere un tratamiento y cuidado
especial. Pero tampoco es algo por lo que tengamos que perder el sueño. Es
bastante sencillo hacerlo.
En
primer lugar, no podemos guardarla en cualquier sitio. La tradición aconseja
envolver el mazo de arcanos con un pañuelo de tela natural (como por ejemplo
algodón, lino, seda, etcétera) de color verde, o en su defecto, del color que
corresponda al signo zodiacal del tarotista. También puede utilizarse uno de
color oscuro (morado o negro).
Cuando
no usemos las cartas deberemos guardarlas de esa forma y depositarlas en una
caja de madera para preservarlas de miradas indiscretas e influencias
negativas. No es necesario que sea un tipo de madera en concreto. Esta caja no
debe ser utilizada para ninguna otra cosa mientras la demos este uso.
También
es necesario purificar el mazo después de cada consulta para liberarlo de las
vibraciones energéticas del consultante y dejarlo así preparado para la siguiente
sesión de lecturas.
Una
forma sencilla de hacerlo es pasar la baraja arcano por arcano por encima del
humo de una barrita de incienso. El perfume de ésta puede ser el que más te
guste, o uno especialmente indicado como el incienso de iglesia o el de Jerusalén,
por ejemplo, pero que siempre tenga una base de sándalo. La cada de madera en
la que guardamos la baraja también podemos pasarla de vez en cuando por el humo
del incienso.
Si
procedemos de esta manera, el mazo de Tarot siempre estará preparado para
responder fielmente a las preguntas de nuestros consultantes.
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