Siempre
nos han gustado las Bellas Artes, y tratamos de ir más allá de lo que vemos e
imaginamos, lo que el artista quiso plasmar y el impacto que tendría en la época
en la que se ejecutó dicha obra.
Cuando
salimos a investigar nos llevamos la cámara
de fotos, porque lo que está claro es que en los libros de Arte no lo
encuentras todo, pero también es cierto que muchas veces no sabemos dónde encontrar
las respuestas a las preguntas que se nos presentan, así que le proceso es el
siguiente: salimos en busca de no sabemos qué, y cuando volvemos y revisamos el
material (fotos etc…) que traemos es
cuando empezamos a entender lo que hemos estado viendo.
Hoy
vamos a ver con otros ojos la arquitectura y la escultura de la Capilla de los Condestables de Burgos, sus símbolos alquímicos y sus significados
esotéricos.
Lo
primero que llama la atención nada más entrar y mirar hacia arriba es la bóveda
estrellada calada que lo corona.
El
primer detalle a destacar es que la estrella es de ocho puntas, podía haber
sido de cinco o de seis pero es de ocho y no creo que aquí haya sitio para la
casualidad.
La
estrella de 8 puntas o estrella de Salomón se forma superponiendo dos cuadrados
y girando uno de ellos 45º.
Aparece
en la mitología y religión de las Antiguas Civilizaciones Mediterráneas, figurando
en muchas de ellas.
Para
los pitagóricos griegos, el 8 simboliza la perfección, mientras que para los primeros
cristianos representa la transfiguración de las almas.
El
8 en horizontal es el la representación del infinito.
La
octava superior que conocemos en
música, en astrología y en otras disciplinas holísticas, está muy relacionada
con este símbolo.
Se
trata de la “transmutación”, que es
convertir algo en otra cosa de función más elevada, pero sin que elemento
original pierda su naturaleza previa.
El
cuadrado y el triángulo representan, respectivamente, la Tierra y el Fuego y a
su vez el cuerpo y el espíritu.
Es
un entrelazado sin fin, símbolo absoluto de la realización espiritual.
En
las trompas, nos encontramos plasmado el camino del Sol, su salida y ocaso, con
un trazado muy ligero y expresivo a la vez, ya que se le ha dotado de rostro.
En
las cartelas decorativas encontramos la cruz potenzada, que simboliza los
cuatro elementos, las cuatro estaciones y los cuatro puntos cardinales.
Es
una variante de la rueda solar que a su vez representa el Sol.
A
modo de remate, marcando un cambio de decoración en el paramento, encontramos una decoración continua
de personajes y bestias flanqueadas por calaveras, el símbolo de que el espíritu
y el alma abandonan el cuerpo.
Es
como si estuvieran representados los estratos de la sociedad, soldados,
mujeres, campesinos… y les estuviera advirtiendo “tempus fugit”.
Un
capitel, de los pocos que alcanzan a distinguir, tiene una decoración bastante
llamativa.
Dos
seres con cuerpo de cabeza humana pero grotesca, asemejan dragones con una
cabeza que no sabríamos distinguir si es águila o reptil, aunque parece más un
águila.
Estos
dos seres, están simétricamente dispuestos, enfrentados el uno al otro y están
descarnando lo que queda de materia en una calavera.
El
significado alquímico del águila, hace referencia a la transmutación de metales
impuros en oro.
Si
lo relacionamos con la calavera, que a su vez, significa que el espíritu
abandona el cuerpo, tenemos que estas dos aves devorando la carne del cráneo lo
que están haciendo es quitar la pare material del humano para que sea su parte
espiritual la que trascienda.
Todo
esto lo vemos reforzado por los dos ángeles que tocan la trompeta (como en la
carta del Arcano Mayor del Juicio) llamándoles a un nuevo renacer.
Es
normal que la idea de la transmutación esté en los templos góticos y mucho más
en este lugar que no deja de ser una capilla funeraria.
Hay
mucho más por descubrir, pero en estos sitios siempre hace frío y no se trata
de un frío normal, es una sensación de frío diferente, tal vez sean las
piedras, tal vez los años, es posible que sean las almas de los que allí
descansan.
El
lugar es hermoso y a pesar de tratarse de un lugar de enterramiento, anima a
vivir el momento presente recordándonos que el tiempo se acaba pero que todo
renace transformado.
Dejamos
una puerta abierta para que otros continúen su propia aventura.
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