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martes, 8 de marzo de 2016

8 de Marzo: Día Internacional de la Mujer.



Un año más llega esta fecha y un año me vuelvo a preguntar la idoneidad de esta “celebración” en estos tiempos. En este enlace de la Wikipedia puedes encontrar información sobre este tema.
Este día empezó siendo el de la Mujer Trabajadora, como si hubiera alguna que no trabajara en casa y sólo fuera necesario para las que lo hacían en una empresa. Menos mal que eso cambió con los años.

Según las últimas estadísticas de población, en el mundo vivimos más de 7.300 millones de personas y de ellas, la mitad son mujeres. Esto da una cifra aproximada de 3.650 millones de mujeres en el mundo.
Estamos de acuerdo en que la situación social de la mujer no es ni de lejos, como debería ser, pero ¿ayuda el otorgarles “un día”? ¿Son acaso una especie en vías de extinción? ¿Son una subespecie que merezca un trato especial por ser frágil y necesitada de protección? Yo diría que hace tiempo que dejamos de vivir en la época victoriana.


Una mujer es mujer desde que nace
Foto de bebé con lazo rosa de la web www.mundobebe.es



Por el contrario a lo comúnmente creído, yo opino que el hecho de otorgarles un día al año, les hace un flaco favor a ellas y a la otra mitad de la población. Es bien cierto que sigue habiendo mucha discriminación y sexismo en nuestras sociedades modernas, y que aún queda mucho por hacer para una total equiparación; y está bien que se discuta sobre esto y se tomen medidas para solucionarlo.
Pero algo que estaba bien a principios del siglo XX, más de un siglo después de que empezara el movimiento sufragista femenino (enlace Wikipedia: https://es.wikipedia.org/wiki/Sufragio_femenino ) (que buscaba algo tan “escandaloso” para esa época como que las mujeres pudieran votar en unas elecciones), puede que en nuestros días ya no sea una herramienta adecuada.

Los hombres y las mujeres somos diferentes. Nuestros cuerpos son distintos, nuestras maneras de afrontar los problemas, las comunicaciones, así como las diversas situaciones vitales que nos suceden a lo largo de nuestras vidas. Sí, somos diferentes.
Pero diferente no quiere decir ni superior, ni inferior. Un cromosoma X o Y de diferencia no hace que una persona sea mejor que otra para nada en esta vida.
Hay personas con predisposición genética y cultural para determinados puestos de trabajo sin importar en absoluto que su sexo sea uno u otro. Un hombre puede ser un gran atleta, pero un pésimo ingeniero de telecomunicaciones, y una mujer puede ser una extraordinaria física cuántica, pero una mala economista.  Hay hombres que tienen instinto “paternal”, y hay mujeres que no tienen el más mínimo instinto “maternal”, por desgracia vemos con demasiada frecuencia noticias en la televisión sobre bebés recién nacidos encontrados en contenedores de basura.
Es cierto que hay personas malas y crueles en el mundo, pero esa característica no está relacionada con el sexo con el que venimos a este mundo. Hay gente buena (hombres y mujeres), y hay gente mala (hombres y mujeres). El mal existe, pero no tenemos el derecho de erigirnos en jueces y hacer recaer todo el peso de “nuestra ley” sobre las mujeres como si todavía el ser “hijas de Eva” fuese algo pecaminoso.


Los avances en la igualdad de las personas no pueden ocurrir mientras los individuos que componemos las sociedades no queramos dar un paso adelante y decir ¡basta ya de tanta discriminación!

En pleno siglo XXI, inmersos ya en la tan cacareada era de Acuario, la situación que vivimos, en la que la mitad de la población del mundo es a veces considerada como un mero objeto decorativo o una moneda de cambio, como si aún viviéramos como hace doscientos años, es verdaderamente vergonzosa.
Todas las personas de este mundo tenemos madres, hermanas, hijas, primas,… gente a la que queremos y que sin tener culpa alguna son estigmatizadas por el mero hecho de nacer mujer.
Si realmente queremos a esas personas, debemos dar un vuelco a esta situación por nuestro propio interés y por el interés de esas personas a las que amamos.

Igualmente tenemos que realizar un examen de conciencia y ser coherentes y sinceros con respecto a qué tipo de sociedad queremos crear, no sólo para nosotros, sino también para nuestros descendientes.
Una actriz porno puede ganar en tres días de trabajo más que una camarera en todo un mes de atender mesas en un restaurante. En el extremo oriente, los padres y madres venden a sus hijas para el comercio sexual a cambio de un frigorífico. ¿Es esto normal, o correcto, tan sólo porque sea habitual?
Los grandes chefs de cocina de hoy en día se llenan la boca al decir lo bien que cocinaban sus madres y abuelas y todo lo que aprendieron con ellas. Pero casi todos los grandes chefs de hoy en día son hombres. ¿Dónde han quedado las mujeres? ¿Por qué se considera el no va más de la cocina el usar nitrógeno líquido en los alimentos que metemos en nuestros cuerpos? Antes nuestras abuelas con dos patatas y un trozo de carne daban de comer a toda la familia, que en esa época eran de unas diez personas, y ahora hace falta gastarse una cantidad exorbitante de dinero para comer “bien”.
El mundo de la moda tampoco se libra de relegar a las mujeres a un segundo plano, a pesar de que durante muchos años éste fuera también un ámbito en el que destacaban las mujeres de nuestras familias. Pregúntate quién te cose los bajos de los pantalones, y luego imagina a los “grandes” diseñadores haciendo algo similar.
¿Acaso hemos perdido de vista el norte y estamos tan desorientados que ya no somos capaces de ser conscientes de la diferencia entre lo correcto y lo incorrecto?

Para que hoy en día una mujer tenga “éxito” al alcanzar el poder, ella debe masculinizar sus comportamientos y “ejercer de hombre”. Nombres como el de Margaret Thatcher dan una idea de lo que estoy diciendo. Incluso en el cine tenemos ejemplos como el personaje que hacía Meryl Streep en la película “El diablo viste de Prada”.

Meryl Streep en El Diablo viste de Prada
Meryl Streep en El Diablo viste de Prada


Algo que caracteriza especialmente a la mujer frente al hombre es su empatía, la capacidad de ponerse en el lugar de la persona que tiene al lado. Salvo contados casos, los hombres, tan llenos de testosterona y competitividad, y con tanto miedo a verse desplazados de “su” mando, hace ya tiempo que dejaron de tener esa capacidad. Cualquiera diría que aún tienen que salir a cazar mamuts.
Así que ¿por qué no podemos permitir que una mujer tenga poder y siga siendo femenina? ¿Por qué ha de ser eso un imposible? El mundo sería un mejor lugar en el que vivir.

Por femenina no me refiero al estereotipo que nos quieren vender de una mujer obsesionada con la moda, con su físico, que hace todo lo posible para que parezca que los años ni pasan por ella ni se quedan, dispuesta siempre a agradar a los hombres, sugerente y atractiva, madre y esposa abnegada; sino a esa mujer que es consciente de lo que es y de lo que aporta a su entorno, y que tiene una visión muy clara de sí misma y de lo que quiere, sin por ello tener que elegir entre trabajar o ser madre.
Obligar a una mujer a elegir entre esos dos aspectos, es como si se impusiera a todos los hombres a que se hicieran la vasectomía si quisieran llegar a ser directivos.
Ellos pueden ser padres y buenos profesionales, pero la mujer tiene que elegir o postergarlo para otro momento.

Considero que se ha relegado a la mujer fundamentalmente, porque se las ha querido mostrar como seres inferiores tal vez porque en el fondo se sabe que sus capacidades son muchas, y eso siempre ha dado miedo a quienes no han tenido la capacidad de entender lo que no se ajusta a sus criterios.

Volviendo al mundo del celuloide que tanta influencia tiene en la sociedad occidental, hace unos años fuimos todos testigos de un ejemplo muy claro de misoginia del que casi nadie quiso darse cuenta. Me refiero a la segunda trilogía de La Guerra de las Galaxias.
En la primera de las trilogías (años 1977, 1980 y 1983) el personaje femenino principal de la princesa Leia fue interpretado por la actriz Carrie Fisher. ¿Qué imagen viene a tu mente al pensar en ella? La princesa Leia era activa, luchadora y también femenina. Era una hija de su tiempo, en el que la idea de la igualdad parecía, a pesar de todo, más factible.

Princesa Leia y Reina Amidala
Princesa Leia y Reina Amidala


En la segunda trilogía (años 1999, 2002 y 2005) nos encontramos con el personaje de la madre de Leia que no es otra que la Reina Amidala, interpretada por Natalie Portman. En la segunda película fue degradada a senadora Amidala, para acabar siendo tan solo Padmé Amidala, una mujer que vivía ciertos episodios de maltrato psicológico por parte de su marido y que finalmente moría dando a luz a sus hijos.
Y lo más escabroso del asunto es que se acepta de forma natural por todo el mundo, ya que nadie ha alzado la voz contra este claro ejemplo de actitud machista.

Parece claro que según avanzan los años, el rol de la mujer ha ido retrocediendo y empeorando. Es por esto por lo que decía al principio que la idea del Día Internacional de la Mujer, que en su momento fue buena, hoy en día parece un anacronismo, que más que favorecer, es un hándicap que debe ser superado.

Y para quien quiera otra prueba más: a mediados del mes de Febrero se publicó un estudio sobre la brecha salarial en España. La brecha salarial mide la diferencia de sueldo que cobran un hombre y una mujer por hacer el mismo trabajo. Durante unos pocos años se fue reduciendo, pero desde que empezó la crisis económica ha vuelto a aumentar. En las conclusiones del mencionado estudio se expone que la brecha salarial ha crecido hasta el 24%. Y ni siquiera el hecho de que las mujeres cobren de media un 24% menos que los hombres hace que consigan más puestos de trabajo, puesto que, a pesar de ser más “baratas” a la hora del salario, el porcentaje de mujeres en situación de desempleo es muy superior al de los hombres.

Sé que la mayoría de la gente que lea este artículo se quedará indiferente, pero creo que también habrá gente que se sienta ofendida, en un sentido o en el otro. Si consigo que al menos unas pocas personas reflexionen sobre este tema, lo daré por bien empleado.

2 comentarios:

  1. Como bien has dicho, ser diferente no significa ser superior o inferior.
    A pesar de todo, yo prefiero a la princesa Leia antes que a cualquier princesa Disney. Y ya que ha salido Star Wars, me declaro fan del personaje de Rey, su frase: “Sé correr sin que me cojas de la mano” me pareció un buen ejemplo de que una mujer no necesita que venga un príncipe a salvarla.
    Un saludo

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    Respuestas
    1. Muchas gracias, Mary, por tu comentario y por la frase que nos regalas, clara y contundente. Un saludo muy cordial y gracias por leernos.

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