Mundo Moderno y Sabiduría antigua. Parte 5
Las Tablas Esmeraldas de
Hermes Trismesgisto son muy interesantes desde el punto de vista de la
historia de la Ciencia. Se
suelen considerar de la Edad Media,
pero su estilo así como la ausencia de términos alquímicos medievales sugieren
un origen más antiguo. El doctor Sigismund Bacstrom, científico del siglo XVII
siguió sus huellas históricas hasta aproximadamente el año 2.500 antes de J.C.
Su famosa frase inicial “Lo
que está arriba es igual a lo que está abajo, y lo que está abajo es igual a lo
que está arriba, en el sentido de que todo son maravillas de la misma y única
obra” se pueden interpretar perfectamente con una metáfora del mundo del
átomo, donde hay electrones que giran alrededor del núcleo de protones y
neutrones, semejantes a los planetas girando alrededor del sol, y del
macrocosmos de estrellas y galaxias.
Este concepto de la unidad del Universo queda patente también en
otra parte del libro: “Todas las cosas deben su existencia al Único, de modo
que todas las cosas debe su origen a la Única Cosa”.
En otra parte está escrito: “Separad
la tierra del fuego, lo sutil de lo grosero, cuidadosa y hábilmente. Esta
sustancia asciende desde la
Tierra al Cielo, y desciende de nuevo sobre la Tierra, y así lo superior y
lo inferior se ven incrementados en poder”. Estas palabras están muy
relacionadas con el proceso de fisión del átomo y los peligros que conlleva.
En otro párrafo se insiste en este concepto: “Éste es el tremendo poder de todas las energías, por el cual todo lo
que es sutil prevalecerá y penetrará en todo lo que es grosero, porque así es
como el mundo creado”. Dando así relevancia a la creencia desde tiempos
antiguos en el carácter vibratorio de la materia, en las ondas y rayos que
penetran en todas las sustancias.
El sabio griego Demócrito fue el primero en formular la teoría
atómica, anticipándose así mas de 2.500 años a los físicos de nuestros días: “En realidad no hay otra cosa excepto átomos
y espacio”.
Mosco de Sidón (Fenicia, siglo XIV antes de J.C.) comunicó al
filósofo griego este conocimiento. De hecho la idea de Mosco de la estructura
del átomo era más exacta ya que hacía hincapié en su divisibilidad, como ha
quedado demostrado en los tiempos modernos.
Los filósofos griegos creían que no había diferencia en la
naturaleza de los cuerpos estelares y de la Tierra. Las enseñanzas de
Hermes fueron totalmente aceptadas por los pensadores helenos.
Leucipo (siglo V antes de J.C.), como también Epicuro (341-270 antes
de J.C.) se mostraron partidarios de la teoría atómica.
El erudito romano Lucrecio (siglo I antes de J.C.) describió
átomos “que chocaban entre sí eternamente
a través del espacio”, dichos átomos “experimentaban
miles de cambios bajo el tremendo impacto de las colisiones”. Otra de sus
perlas de sabiduría antigua: “Es
imposible ver los átomos porque son demasiado pequeños”.
En su obra “Sobre la
naturaleza del Universo” indica que “no
puede haber ningún centro en el infinito”. Ésta es una de las piedras angulares
de la Teoría
de la Relatividad
de Einstein.
Heráclito (siglo V antes de J.C.) también tenía ideas sobre la
relatividad al escribir: “El camino hacia
arriba y el camino hacia abajo son el mismo”.
Zenón de Elea (siglo V antes de J.C.) demostró la relatividad de
movimiento y tiempo a través de sus paradojas. “Si una flecha que vuela está, en cada momento de su vuelo, inmóvil en
un espacio igual a su longitud, ¿cuándo se mueve?” También se anticipó a
Einstein al demostrar la contracción del tiempo que sufren los cuerpos en
movimiento.
Nicolás de Cusa, cardenal del siglo XV, escribía sobre un
“universo sin centro”, otro aporte relacionado con la relatividad.
En China, el fundador del taoísmo Lao Tsé (siglos VI-V antes de
J.C.) pensaba que el Universo está creado según una ley natural, Tao, que lo
controla todo. Toda creación es el resultado de la interacción de dos
principios cósmicos Yin y Yang.
En los tiempos modernos identificamos esto plenamente con las
cargas positivas y negativas de las partículas atómicas.
También en la India
hay menciones a la estructura atómica. En el tratado brahmánico Yoga Vasishta leemos: “Existen enormes mundos dentro de las
cavidades de cada átomo, múltiples como las motas de polvo a la luz del sol”.
El sabio indio Uluka formuló hace más de 2.500 años la hipótesis
de que todos los objetos materiales estaban constituidos de semillas de materia
(paramu).
También encontramos en los antiguos textos de la India descripciones de
bombas tómicas. En el Mausola Parva
se menciona un rayo (un gigantesco mensajero de la muerte) que reducía a
cenizas ejércitos enteros, haciendo que los supervivientes perdieran el cabello
y las uñas. Los cacharros se rompían sin motivos. Los pájaros se volvían
blancos. En unas pocas horas los alimentos quedaban envenenados.
En otro texto, el Drona
Parva, está escrito: “Un reluciente
proyectil, poseído del resplandor del fuego sin humo, fue disparado.
Rápidamente una espesa niebla cubrió los cielos. Las nubes rugieron con
estrépito en las alturas escupiendo sangre. El mundo abrasado por el calor de
esta arma parecía enfebrecido”.
En otro pasaje describe la explosión con un llamarada de diez mil
soles.
Creo acertar al decir que la estremecedora imagen de Hiroshima o
Nagasaki acuden a nuestras mentes al leer estos últimos párrafos.
Explosión Nuclear en Nagasaki |
La Tabla
Varahamira del año 550 de nuestra era se indica el tamaño del átomo. Su
aporte matemático es perfectamente comparable con el tamaño real del átomo de
hidrógeno.
Nada de todo lo que se ha mencionado aquí fue intentado, concebido
o ideado en Occidente hasta el siglo XX.
Filolao (siglo V antes de J.C.) exponía la existencia de un cuerpo
invisible en nuestro sistema solar al que llamaba “antichthon” o “antitierra”.
Hasta hace poco (históricamente hablando) los conceptos de
antimateria, antimundo o antiplaneta no fueron introducidos en la Ciencia moderna.
En la física nuclear moderna se considera al positrón como un
electrón que viaja desde el futuro hacia el pasado. Este cambio en la dirección
del movimiento del tiempo en el mundo atómico es un descubrimiento “reciente”.
Pero resulta que Platón escribe en su Político sobre un universo en oscilación
que cada cierto tiempo invierte su dirección del tiempo, y en ocasiones se
mueves desde el futuro hacia el pasado.
Ahora existe la conciencia de que las partículas atómica pueden
viajar hacia atrás en el tiempo, pero parece que esa idea no es nueva y que ya
el gran Platón tenía conocimiento de ella.
Bibliografía:
La conexión cósmica - Carl Sagan
Alquimia - Titus Burckhardt
Astronaves en la Prehistoria – Peter
Kolosimo
El Mago - John Fowles
El Gran Arte de La Alquimia - Jacques Sadoul
El Mensaje Oculto de La Esfinge - Colin Wilson
Enigmas Arqueológicos - Luc Burgin
Enigmas Sin Resolver – Iker Jiménez
La Arqueología Misteriosa - Michel Claude
Touchard
Profeta del Pasado - Erich Von Daniken
Shambhala
- Andrew Tomas
Stonehenge
- Fernand Niel
Enigmas De La Historia - Taylor Jeremy
El retorno de los brujos – L. Pauwels y J.
Bergier
Recuerdos del futuro - Erich von Daniken
Dioses, tumbas y sabios – C.W. Ceram
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