El mensaje de la semana a través del I CHING: Después de la Consumación (63)
El trigrama
superior simboliza el Agua, lo abismal, el peligro, lo emocional.
El trigrama
inferior representa el Fuego, asociado a lo que es esclarecedor, comunicativo e
inteligente.
En este caso el
agua arriba y el fuego abajo parece un indicativo claro de precaución, ya que
agua y fuego están juntos pero bajo control.
Que el agua
esté arriba significa que el ser humano siempre está pendiente de los peligros
que le pueden acechar y por eso se protege.
El agua cae
entre rocas y barrancos, fluye y todo lo inunda, no importa lo tortuoso del
camino ni los peligros que encierre, se relaciona con lo exterior, lo que se
manifiesta. Pone fin al ciclo Yin.
El fuego
desprende luz y calor de dentro hacia fuera, mutando en un cambio constante. Se
vincula con lo interior y finaliza el ciclo Yang.
En este hexagrama
se une la luz interior al cambio constante hacia el exterior; tomamos
conciencia de los hechos y de nosotros mismos y nos ponemos manos a la obra.
En la imagen
aparecen tres monjes vigilando desde cierta distancia una olla con agua que
está colocada en una pértiga sobre el fuego.
Esta acción
aparentemente controlada no está exenta de peligros y requiere cierta
vigilancia y control.
Si el agua
asciende y se derrama, el fuego se apaga perdiendo así la fuente de energía,
pero si el fuego es muy fuerte puede hacer que el agua y también la energía se evaporen
y disipen por el aire.
Recordemos que
agua y fuego son opuestos y por lo tanto enemigos.
Lo mismo nos
ocurre a nosotros en cualquier asunto, cuando todo está en perfecto equilibrio
y armonía porque las fuerzas contraponen, es el momento de prestar especial
atención a ese orden aparente para no perderlo por un descuido.
Cuando hemos alcanzado
la cima del éxito en cualquiera de nuestros proyectos, deberíamos hacer como
hacen los montañeros, descender un poquito, alejarnos de la cima y buscar una
zona más llana y predecible donde reponer fuerzas o pasar la noche para así al
día siguiente, realizar el descenso o el cambio de ruta con todas las fuerzas tanto
físicas como mentales renovadas.
Debemos ser
inteligentes para que el éxito no emborrache nuestra mente, porque por
inconsciencia y soberbia podemos caer en trampas puesta por personas
avariciosas que sólo quieran aprovecharse de nosotros y de nuestro momento de
éxito para hacernos caer en lo más profundo del abismo.
Tenemos que
hacer nuestro camino de la mejor manera posible, con la mejor de las
intenciones, pero no pensando en la perfección del éxito, porque en la realidad
el éxito sólo es la consecución de todo nuestro esfuerzo para llegar hasta él.
Recordemos la
idea inicial por la que empezamos a hacer el ascenso y quedémonos con las experiencias
del camino y el aprendizaje que nos ha dado, sin orgullos ni entusiasmos
excesivos, ese será nuestro mayor logro.
Tenemos que
sentirnos bien por nuestras hazañas y por lo que vamos construyendo y
alcanzando, porque es fruto de nuestro esfuerzo y constancia, disfrutemos de la
dulzura del momento y ya sabéis lo que se dice “lo importante no es tanto
llegar como mantenerse”.
El éxito es como
un iceberg, sólo se ve el logro pero la parte que permanece bajo el agua es
donde está el esfuerzo, la dedicación, el entusiasmo, los riesgos y el
sacrificio e incluso los miedos.
Cuidemos cada
día los pequeños detalles en todo lo que hacemos, mantengamos nuestro
compromiso y esfuerzo y así garantizaremos si no el éxito, un paso más
afianzado y seguro para el día siguiente.
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