La clarividencia es el arte de percibir por medios psíquicos y de
forma visual todo tipo de hechos, personas y objetos, bien sean del pasado,
presente o futuro, que permanecen ocultos a la conciencia ordinaria, a través
de imágenes internas.
De
esta capacidad sumergida en el inconsciente humano nace la adivinación, es decir, el arte de “llamar” a la clarividencia
a través de una serie de utensilios.
Uno
de estos medios es el Tarot, una herramienta que muchos utilizamos a modo de puerta, (o así lo definimos en La Brújula Ancestral), una
vía para penetrar en el subconsciente, pero que, a pesar de lo que muchos
puedan pensar, en multitud de ocasiones, esos dibujos que representan los
Arquetipos, nos llevan a dar mensajes que no están “escritos” en la propia
imagen, sino que dicha imagen es la que nos permite acceder a otros niveles
alterados de consciencia dónde residen ese tipo de informaciones.
Otro
método pueden ser las Runas, las Caracolas, los Dados, el I Ching y los
diferentes oráculos, que son un medio para llegar hasta el lugar donde está la información.
¿Alguna
vez habéis mirado un estanque de aguas tranquilas, iluminado por la luz de la
luna llena?
Es
posible que ese líquido espejo atrapara vuestra atención y os indujera en un
estado de leve somnolencia, parecido al de la hipnosis.
Pues
eso es lo que se define como escudriñar y para practicarlo sólo necesitamos un espejo, o
una superficie reflectante y un poco de tranquilidad.
Otras
personas realizan este trabajo a través de su bola de cristal.
Muchas
personas nos han preguntado si les enseñaríamos a interpretar el Tarot y nosotros
siempre contestamos lo mismo.
Sinceramente,
no sabemos por qué vemos lo que vemos y percibimos lo que percibimos. Uno se
puede aprender los significados de los Arquetipos de los Arcanos Mayores y
Menores, pero hay algo que no está escrito, que no viene en los libros y son
las cosas que se perciben al margen de las propias imágenes, esas sensaciones que
no sabes muy bien quién o qué, pero que estás seguro que te lo están
transmitiendo, o que lo estás intuyendo.
Todos
somos seres intuitivos, en menor o mayor grado y todos podemos desarrollar esta
y otras habilidades, el único misterio es trabajar, investigar y trabajar, y no
bajar nunca la guardia, porque de lo que se trata no es dar un vaticinio y ya
está sino que lo que percibimos lo transmitamos de la mejor manera posible y
desde el mayor de los respetos y sensibilidad, para que a la persona que nos
consulta le sirva.
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