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miércoles, 27 de enero de 2016

La Arqueología genera preguntas incómodas



Mundo moderno y Sabiduría antigua. Parte 2


No todos los arqueólogos son como Indiana Jones, ni tampoco sufren las mismas desventuras. Pero sí son muchos los descubrimientos hechos por la Arqueología que han desbaratado las ideas preconcebidas reinantes hasta ese momento sobre lo que nuestros ancestros sabían.

Indiana Jones
Harrison Ford como Indiana Jones en una escena de la película "En busca del Arca Perdida"


En el año 1933 el doctor F. Widenreich descubrió en unas excavaciones en Choukou-tien, cerca de Pekín (China) una serie de cráneos y esqueletos. Uno pertenecía a un anciano europeo, otro a una mujer joven melanesia, y un tercero era de una joven esquimal. ¿Un varón europeo, una muchacha de los trópicos y otra del círculo polar ártico juntos en una colina china? Raro, pero aún más raro si se tiene en cuenta que tienen 30.000 años de antigüedad.

El profesor Luther S. Cressman encontró en Lamos Cave, al este de Nevada, 200 pares de sandalias tejidas con fibras con un inconfundible aire de modernidad, tanto que esas sandalias podrían usarse hoy mismo en cualquiera de las playas del mundo. La prueba del carbono-14 determinó que su antigüedad era de 9.000 años.

Pero estas edades palidecen ante la huella de calzado que se encontró en el Cañón del Pescador, Pershing County, también en Nevada. La edad de esta huella se estima en 15 millones de años. Pero el ser humano no apareció sobre la superficie de la Tierra hasta unos 13 millones de años después, y ¡empezó a usar calzado hace sólo 25.000 años!

En el año 1952 el doctor Daniel Ruzo descubrió unas esculturas megalíticas en Marcahuasi, a unos 80 kilómetros de Lima (Perú), en una meseta granítica de 4.000 metros de altura, donde el aire es muy frío y prácticamente no crece nada.
En un anfiteatro de roca, Ruzo se encontró con unas enormes figuras de personas y animales esculpidos en la piedra. Había caras caucasianas, negras y semíticas. Leones, vacas, elefantes y camellos estaban también presentes, y ninguno de esos animales ha vivido en América hasta la llegada de los parques zoológicos.
El doctor Ruzo pudo reconocer al Amphichelydia, un extinto antepasado de la tortuga que sólo conocemos a través de los fósiles. Y además encontró también representaciones de caballos. El caballo se extinguió en América hace unos 9.000 años y sólo volvió a aparecer de la mano de los conquistadores españoles en el siglo XVI.
A partir de la decoloración de las piedras, los geólogos declararon que se habían necesitado al menos diez mil años  para alcanzar el tinte grisáceo que mostraban al ser cortadas.
Por su fuera poco, los escultores de esta enigmática obra conocían las leyes de la perspectiva y de la óptica. Algunas figuras sólo son visibles en unos momentos del día, desvaneciéndose en las sombras según avanza el sol.
En otras palabras la Ciencia ortodoxa se encontró con un grave problema ante un museo al aire libre de unos diez mil años de antigüedad donde se veían animales que nunca habían vivido en Sudamérica, o se habían extinguido hacía decenas de miles de años; un museo donde había retratos esculpidos de hombres negros y blancos que habían llegado al continente americano en los últimos 500 años.

Igualmente extraño es el hallazgo en la década de 1950 en Costa Rica de centenares de esferas, esparcidas por la jungla, perfectamente moldeadas y hechas con roca volcánica. Su tamaño va desde unos pocos centímetros hasta los dos metros y medio, las más grandes pesan seis toneladas. Globos de roca similares han sido encontrados en Guatemala y México, pero no en ninguna otra parte del mundo.
Las dificultades técnicas para su fabricación y transporte deben de haber sido enormes. Algunas de estas esferas están colocadas sobre plataformas, lo que indica que fueron situadas ahí con un propósito definido.
Muchas de ellas están dispuestas en racimos, en líneas rectas o en dirección Norte-Sur, otras están agrupadas formando triángulos, cuadrados o círculos. Se ha sugerido que podían tener un significado astronómico. Todo esto trae a nuestra mente inmediatamente la estrecha relación existente entre la disposición de las Grandes Pirámides de Guiza, o Gizeh, en Egipto (Keops, Kefrén y Mikerinos) y las estrellas que forman el cinturón de Orión.

El Cinturón de Orión y las Pirámides de Egipto
Correspondencia gráfica entre las estrellas del cinturón de Orión y las Grandes Pirámides de Egipto


Las enormes cabezas de los Olmecas halladas en La Venta, Tres Zapotes y otros lugares de México pueden ser clasificadas como “artefactos” similares. Han sido datadas en el año 1200 antes de J.C. Están esculpidas en basalto negro, tienen una altura de entre 1.50 y 3 metros y sus pesos van desde las 5 hasta las 40 toneladas. También están colocadas en plataformas de piedra. ¡Las canteras de basalto negro más cercanas están a un distancia de 50 a 100 kilómetros a través de pantanos y selvas y sin vehículos con ruedas!

En el Museo de Historia Natural de Londres hay un cráneo humano que procede del norte de Rhodesia (actual Zimbabwe) y que tiene un agujero completamente redondo en su lado izquierdo. No hay grietas radiales, que son lo habitual ante un golpe producido por un arma arrojadiza, como una lanza o una flecha. El lado derecho del cráneo aparece totalmente destrozado. Éste mismo es el aspecto que tienen los cráneos de los soldados muertos por un disparo de rifle, ¡pero el cráneo en cuestión tiene una antigüedad de 40.000 años!

El Museo Paleontológico de la Rusia exhibe un cráneo de uro (antiguo bisonte europeo) que tiene una antigüedad de centenares de miles de años. Tiene en su parte frontal un limpio agujero redondo, también sin líneas radiales. En esa época el ancestro del hombre se supone que sólo estaba armado con mazas. ¿De dónde y de quién era la bala que lo mató?

En una mina de Perú los españoles encontraron en el siglo XVI un clavo de hierro de 18 centímetros incrustado en la roca. Se ha establecido que la roca tiene decenas de miles de años, y el hierro era desconocido para las civilizaciones precolombinas.

La auténtica importancia de los múltiples objetos que se exhiben en nuestros museos puede haber quedado fuera de nuestra comprensión. El Instituto Carnegie informó en 1946 de un hallazgo realizado en Kaminaljuyu, Guatemala. Una figurilla de un hongo, de 32 centímetros de longitud, que tenía en su raíz una cara humana con los ojos dilatados. Al principio no llegaron a comprender su significado, pero por casualidad, el estudio de relatos españoles sobre los hongos sagrados y su uso por los sacerdotes mexicanos dieron Luz a la descripción del trance narcótico con visiones psicodélicas que representa esta estatuilla.

La tecnología tal y como la entendemos en nuestros días empezó con el dios griego Hefesto, o Vulcano en su versión romana. Su taller hecho en bronce se encontraba en el monte Olimpo, aunque también residía en el monte Etna, en Sicilia. Decían las leyendas que cuando el volcán expulsaba humo era porque el dios se encontraba trabajando.
Los mitos griegos nos hablan de cuatro eras de la Humanidad: la Edad de Oro, a la que siguió la Edad de Plata, tras la que vino la Edad del Bronce y finalmente la Edad del Hierro.

Pero si dejamos de lado las leyendas, los hallazgos arqueológicos suscitan múltiples preguntas algunas de ellas bastante irritantes para los expertos. Por ejemplo, ¿cómo podía haber platino en el Ecuador precolombino cuando hacen falta temperaturas superiores a 1770 grados centígrados para fundirlo? En la Europa moderna no se logró hasta el siglo XVII.

Otro misterio nos lo brinda el sepulcro del general chino Chow Chu (265-316 de nuestra era). Allí se encontró un cinturón que según el espectroscopio estaba compuesto de un 10% de cobre, un 5% de manganeso y un 85% de aluminio.
Pero según la Historia de la Ciencia el aluminio fue obtenido químicamente por primera vez por Oerstead en el año 1825.

La columna de hierro del Kutb Minar, en Delhi (India) de 6 toneladas y 7.50 metros de altura ha estado expuesta al sol tropical y a los monzones durante más de quince siglos, y sin embargo no muestra el más mínimo rastro de oxidación.
La forja de una cantidad tan grande de hierro no podía haber sido realizada hasta tiempos muy recientes. Hoy en día es posible fabricar hierro inoxidable, pero ¿en el año 415 de nuestra era?

Vamos a dejarlo aquí para no hacer la entrada demasiado extensa y aburrida. Creemos que ya hemos dejada clara la intención que teníamos al principio. Nuestro conocimiento del pasado es fragmentario, y nuestros ancestros eran más sabios de lo que la Ciencia oficial nos ha hecho creer.

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Bibliografía recomendada:
La conexión cósmica - Carl Sagan
Alquimia - Titus Burckhardt
Astronaves en la Prehistoria – Peter Kolosimo
El Mago - John Fowles
El Gran Arte de La Alquimia - Jacques Sadoul
El Mensaje Oculto de La Esfinge - Colin Wilson
Enigmas Arqueológicos - Luc Burgin
Enigmas Sin Resolver – Iker Jiménez
La Arqueología Misteriosa - Michel Claude Touchard
Profeta del Pasado - Erich Von Daniken
Shambhala - Andrew Tomas
Stonehenge - Fernand Niel
Enigmas De La Historia - Taylor Jeremy
El retorno de los brujos – L. Pauwels y J. Bergier
Recuerdos del futuro - Erich von Daniken
Dioses, tumbas y sabios – C.W. Ceram

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