El
mensaje de la semana a través del I CHING: La Conducta Correcta (10)
El
trigrama superior simboliza el Cielo, la fortaleza, lo creativo, el poder, lo
que inspira.
La
fuerza del Cielo hace que los cuerpos celestiales se mantengan en sus órbitas.
Es el centro del hemiciclo Yin, completando el proceso formativo. La firmeza
con la que se sustentan los elementos hace que se produzcan relaciones duraderas.
El
trigrama inferior representa el Lago, lo alegre, lo placentero, lo comunicativo
y expresivo. El vapor de agua que asciende hacia la superficie, estimula y
nutre, y lo estimulante anima e inspira. El hemiciclo Yin inicia el proceso de
formación.
I Ching: La Conducta Correcta |
En la
imagen vemos un dragón rojo planeando por la superficie de un lago de aguas
reposadas.
La montaña del fondo nos transmite seguridad y estabilidad, y un sol, aparentemente de tarde, ilumina la escena, aportando con su luz y energía el ánimo y la estimulación necesaria.
Es como si nos dijera que esa actividad del dragón, la de sobrevolar territorios, es lo que está en su naturaleza, lo que es imperturbable a su ser.
La
actitud correcta nos lleva a pensar en las acciones no correctas que
realizamos.
Aquí,
es donde entra en juego, eso que tantas veces nos asedia el pensamiento, “hacer
lo que debo o hacer lo correcto”, porque no es lo mismo.
Vamos
a poner un ejemplo que nos va a ilustrar la idea.
Pongamos
que una persona nos ha hecho mucho daño, al nivel que queráis suponer y esta
persona, en un momento de su vida, por la razón que sea, solicita nuestra
ayuda, consejo o algo que necesita de nosotros.
La
directa, y viendo los daños que esa persona nos ocasionó, es decir “no”, y es
lógico. Pero esa reacción es el resultado de una respuesta instintiva de nuestro
ego herido.
“Tú me
hiciste daño y ahora no voy a ser yo quién te ayude”.
Pero,
¿ese comportamiento es adecuado?, o sólo ¿estamos poniéndonos a la misma altura
de la otra persona en cuanto a falta de humanidad y egoísmo?
El ego
hace que sólo pensemos en “yo”, olvidando nuestra esencia, imponiendo nuestros
objetivos a las necesidades de los demás.
Mantener
una actitud sana con nosotros mismos, haciendo que, independientemente del modo
en el que los demás decidan tratarnos, nuestra actitud sea fiel a nuestra
esencia y espíritu de ayuda, actuando con confianza y dejando de lado absurdos
rencores, conseguiremos vivir nuestra vida, mucho más tranquila, libre de pesos
de conciencia y mucho más gratificante.
Si los
otros nos tratan de forma poco o nada adecuada, es su problema. Nuestra labor
es tratar a los demás como nos gustaría que nos tratasen, aunque no lo hagan.
Eso es mantener la compostura, ser fiel a uno mismo y no caer en los errores de
otros.
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