El
mensaje de la semana a través del I CHING: Las Luminarias (30)
Los
trigramas superior e inferior representan el Fuego, lo adherente, lo
clarificador.
El
fuego irradia luz y calor y con él se pone fin al hemiciclo Yang.
El
fulgor se expande hacia el exterior, haciendo que la gente se congregue para
cobrar conciencia y transformarse.
En la
imagen vemos a un hombre fuerte portando una antorcha en su mano derecha,
mientras en el cielo suceden una serie de fenómenos espectaculares.
La
noche está dando paso al día. Todavía se pueden ver las estrellas refulgiendo y
en el mismo instante en el que el hombre tiene su mano levantada con la
antorcha señalando el cielo, un cometa pasa veloz e ilumina la escena con su
cola de luz.
El
fuego tiene dos lecturas claramente diferenciadas.
Por un
lado, da calor e ilumina, disipa la oscuridad, aportando claridad, es generador
de vida, necesitamos del calor para crecer y desarrollarnos, pero también es
una gran fuerza destructora. Es su propia belleza la que cautiva y embauca,
generando un ambiente de pasión y calor, pero ¡cuidado!, no sea que nos devore,
pues su apetito es voraz.
A su
vez, el fuego es liberador y transformador, pero tenemos que enfrentarnos a él
con cautela y madurez, con paso lento, quemando aquello que queremos eliminar
de nuestra vida.
Hay
temperamentos de tipo fuego que consumen con arrebatadora pasión todo lo que
tocan, debido al exceso de impulso y la falta de control.
En
ocasiones se manifiesta ante nosotros esa “luz”, esa senda que parece ser
nuestro destino, y en no pocas ocasiones nos imbuimos en ella totalmente
ciegos, dispuestos a quemarnos, a quemar todo lo que nos molesta y entorpece nuestro
desarrollo, pero si eso mismo lo hacemos con consciencia, y evaluamos nuestras
verdaderas motivaciones, contribuirá en nuestra transformación, hasta alcanzar
la realización personal.
Casualmente,
mañana, 2 de Febrero, en algunos lugares se celebra la fiesta de las Candelas o
la Candelaria y hace referencia a la presentación de Jesús en el Templo.
Es Simeón, el que una vez visto a Jesús, se dirige a Dios y le dice entre otras cosas “…luz
para alumbrar a las naciones…”.
Se
bendicen las velas que simbolizan la luz de Cristo y se presenta en el templo a
los niños primogénitos.
En el
misal aparece esta oración con la que se bendicen las velas:
Oh Dios, fuente y origen de toda luz, que
has mostrado hoy a Cristo, luz de las naciones, al justo Simeón: dígnate
santificar con tu bendición estos cirios; acepta los deseos de tu pueblo que,
llevándolos encendidos en las manos, se ha reunido para cantar tus alabanzas, y
concédenos caminar por la senda del bien, para que podamos llegar a la luz
eterna. Por Jesucristo nuestro Señor.
La Luz
y el Fuego, siempre han sido considerados como elementos protectores, purificadores
y transformadores, sólo tenemos que actuar con plena consciencia y cautela para
que las llamas no nos devoren, obteniendo el resultado contrario a lo que estamos
buscando.
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