Hoy vamos a
hablar de Napoleón Bonaparte, pero desde su vertiente más secreta, su
vinculación al mundo esotérico.
Muchos grandes
personajes de la historia han suscitado fantasías capaces de justificar lo excepcional de su persona.
De muchos
artistas, científico, músicos, pintores, políticos y dirigentes se ha sospechado que ocultaban
un secreto gracias al cual se alzaron por encima de la mediocridad.
Con
frecuencia, un ligero vínculo con lo esotérico y lo mágico ha bastado para
crear un rumor que ha ido creciendo con el tiempo.
Con tan sólo
25 años, en 1794, Napoleón fue ascendido al mando del ejército revolucionario
enviado a Italia. Se cuenta que cuando llegó a la Roca de San Leo, en las
Marcas, Napoleón dio orden de buscar la tumba de Cagliostro (1743-1795), el
mago de Palermo, que antes de ser encarcelado por la Inquisición, había fundado
en Francia una Masonería Egipcia a la que se habría vinculado el propio
Napoleón.
Como todos
los franceses, los masones celebraron las victorias de Napoleón.
Las logias
se multiplicaban y a sus inauguraciones asistían los parientes más cercanos al
emperador, a los que se concedían los más altos grados.
La propia
Josefina presidió en 1805, la creación de una Logia de Adopción en Estrasburgo.
No sabemos
hasta qué punto estaba interesada en los ritos masónicos, pero es cierto que le
encantaba el mundo de la adivinación.
Se dice que
frecuentó con asiduidad a Marie-Anne Lenormand (1768-1843), famosa cartomante e
intérprete de sueños, también llamada la Sibila
de los Salones, ya que se codeó con altas personalidades de la política y
la corte francesas.
En realidad
la información de estas visitas procede de los diarios de la cartomante,
publicados tras la muerte de la emperatriz y el exilio del emperador.
Sin embargo,
en estos diarios abundan datos inventados o exagerados por madmoiselle
Lenormand para exaltar sus propias dotes de vidente y así conseguir nuevos y
acaudalados clientes.
Madmoiselle
Lenormand cuenta que fue consultada por el propio Napoleón, quien la hizo
encarcelar en dos ocasiones con pretextos políticos. (¿Tal vez porque le
predijo que caería en Rusia?).
Como muchos
ya conocemos, hay un oráculo, el Grand Jeu
de Madmoiselle Lenormand,
constituido por 54 cartas, con unos mensajes muy definidos y que no se sabe muy
bien si fue la propia Lenormand la que lo diseñó o fue alguien, que tras su
muerte, le dio ese nombre para obtener beneficios ya que en ningún documento
consta que la propia Marie-Anne usara ese oráculo.
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