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lunes, 11 de mayo de 2015

Oráculo del I CHING: La Locura Juvenil



El mensaje de la semana a través del I CHING: La Locura o Necedad Juvenil (4)



En esta ocasión, el trigrama superior  representa La Montaña, lo quieto, lo inmóvil, lo perdurable y el trigrama inferior el elemento Agua, lo abismal, lo emocional, lo que bloquea, afrontar el peligro.

I Ching, 4 Locura Juvenil


Por eso queda latente en la unión de los dos trigramas la locura o necedad juvenil, ya que es propio de la juventud inocente el detenerse o quedarse paralizado ante una dificultad o un peligro.

Por eso para alcanzar la resolución del problema o llegar a alcanzar el éxito, tenemos que fluir como lo hace el agua, que no se detiene ante ningún obstáculo, todo lo llena para seguir fluyendo hasta llegar a su destino.

En la juventud nos podemos permitir ser inexpertos y cometer locuras, siempre y cuando seamos conscientes de que si pedimos consejo a personas más experimentadas también debemos comprender y respetar sus posiciones así como agradecer la ayuda que nos brindan.

En la imagen tenemos a un muchacho sentado a la orilla de un río o un lago que parece estar pensando en cómo llegar al a otra orilla, también flanqueada por montañas, pero no sabe cómo evitar unas rocas elevadas que le impiden ver el otro lado incluso alcanzarlo.

Es la falta de experiencia y de valor el que le impide ponerse en marcha, le frena, pero ese estancamiento también forma parte del proceso de aprendizaje.

Tampoco debe aventurarse a meterse en el agua sin tener en cuenta las consecuencias, ya que lo único que estaría dejando a la luz es su inmadurez.

Hay un cuento que explica muy bien la locura juvenil y es El Aprendiz de Brujo.

En ella un joven aprendiz de brujo encuentra un maestro dispuesto a enseñarle todo lo referente a la magia, pero el joven que cree en exceso en su potencial y no quiere hacer las labores del día a día porque le aburren, coge la varita de su maestro y consigue nuevos ayudantes mágicos para hacer la faena cotidiana, pero se quedó dormido sin pensar en el caos que se iba a organizar al tomar esa decisión.

Llegó su maestro, lo sacó del caos y lo sancionó, dejándole claro que si no controlas tus palabras, ni tus hechos puedes provocar un peligro para ti o para otros.

Tenemos que ser conscientes de nuestros actos, y utilizar los errores como un medio de aprendizaje, sólo así viviremos con responsabilidad y armonía con el Tao.

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