En un artículo anterior sobre la Divinidad del ser humano mencionábamos que los
miembros de determinados grupos secretos tenían sus formas de reconocerse entre
ellos.
Para poder formar parte de ellos había que ser
iniciado en sus ritos, y de eso vamos a tratar en esta entrada, de cómo en el
Tarot se recogen algunos pasos que son comunes a la mayoría de estas
iniciaciones.
Antes de nada hay que familiarizarse un poco con
la secuencia de arcanos del Tarot. El protagonista de esta historia está
reflejado en el arcano 0, El Loco,
que en su viaje continuo a través de los arcanos va superando una serie de
pruebas y adquiriendo una serie de conocimientos.
En los primeros nueve arcanos vemos mucha
realidad material del día a día (Comerciantes, Reyes, Sacerdotes,…), pero a
partir del décimo arcano (precisamente la Rueda de la Fortuna), todo esto cambia y nos adentramos
en una serie más espiritual y es aquí precisamente donde está oculto a la vista
de todos este rito de iniciación.
El primer arcano relacionado es el número XI, La Fuerza.
No se refiere a la fuerza física sino a la moral. A la
capacidad de dominar los instintos básicos representados por el León, pero se
trata de hacerlo sin esfuerzo. Si nos fijamos en la cara de la mujer no hay
ningún signo de estrés, ni rudeza.
La mente domina a la materia, y para la
iniciación representa el voto de silencio. El hecho de no revelar los secretos
a los que se va a tener alcance pase lo que pase.
Después nos encontramos con El Colgado (Arcano XII). El hecho obvio de que esté colgado del pie
y no de la cabeza se puede interpretar de variadas formas, pero la principal es
que se está refiriendo a un sacrificio voluntariamente aceptado. Al igual que
Odín aceptó sacrificarse en el Árbol del Mundo, Yggdrasil a cambio de obtener el
conocimiento de las runas. También sacrificó su ojo izquierdo en el pozo de
Mimir para así adquirir sabiduría infinita.
Nos está indicando por un lado que debemos
ejercitar nuestro libre albedrío y decidir si aceptamos seguir adelante o no, y
también que para adquirir algo más, tenemos que renunciar a algo que ya
teníamos.
Hay que reflexionar y meditar bien si realmente
queremos seguir adelante. Ahora se puede renunciar, más adelante ya no. El
aspirante tiene que prepararse internamente para dar el paso adelante que supondrá
su ascenso dentro del grupo. En cierta forma y usando una comparación con las
artes marciales, se puede decir que empieza el camino interno.
Ahora toca el Arcano XIII, el arcano sin nombre
siempre relacionado con La Muerte debido al
esqueleto que está representado. Más adelante publicaremos la información
correspondiente a la simbología de este arcano tan importante.
Pero en el caso que nos ocupa, no es una muerte
real, sino una muerte virtual. Dejas de ser quien eras para poder
transformarte en alguien nuevo, al igual que el gusano muere para que la
mariposa pueda nacer.
Nos esperan ahora dos trampas muy ingeniosas y
al mismo tiempo muy humanas.
En primer lugar tenemos a La
Templanza (Arcano XIV). Siempre representado como un
ángel y siempre con dos vasijas en sus manos. Por un lado tenemos la
preparación del cuerpo muerto, el embalsamamiento de las momias egipcias. Pero
al mismo tiempo tenemos la “tentación angélica”. Es decir, se nos tienta con el
mensaje de que ya hemos recorrido todo el camino, que ya somos merecedores de
la sabiduría y conocimientos que se estaban buscando.
Si el ego humano se deja vencer por esta
tentación, malograría todo el proceso, puesto que hay que ejercer la humildad y
autocrítica y ser conscientes de que se acaba de empezar a recorrer el camino
interno y aún hay mucho por delante. Aceptar el triunfo antes de tiempo y sin
merecerlo va en contra de todo lo que significa este rito de iniciación.
Si somos lo bastante humildes para rechazar la
tentación angélica, entramos de lleno en la tentación material representada por
el arcano XV, El Diablo. Aquí se nos
ofrece el reconocimiento material, el éxito, el poder, el sexo,… todo lo que
está relacionado con el mundo material y de los sentidos.
Una vez más el aspirante debe eludir lo que esta
trampa significa. Hay que mantener el verdadero objetivo en nuestra mente y no
dejarnos despistar por cantos de sirenas.
Así pues si se han superado las etapas
anteriores llegamos a uno de los momentos cumbres de la iniciación que está
representada por el arcano XVI, La Torre.
En general es uno de los arcanos más desfavorables del Tarot,
pero en este caso es todo lo contrario. Para entender bien lo que significa hay
que estudiar concienzudamente su simbología.
Partiendo de la base de que la Torre representaría a una
persona, la parte superior sería la cabeza. Y es esta parte precisamente la que
está levantada para recibir el rayo divino, así representado en la gran mayoría
de los mazos de Tarot, es decir, se levanta la tapa que tapona nuestra cabeza
para poder así establecer un contacto superior.
Queremos llamar especialmente la atención por la
representación de este arcano en el Tarot Español de Fournier. En él, el rayo
ha sido sustituido por una hoja de laurel. Esta planta tienes propiedades
desinfectantes y hace años se usaban en los guisos para hacer que la comida se
mantuviera en buenas condiciones durante más tiempo gracias a sus propiedades.
El laurel tiene una gran tradición en la
historia. Ser “laureado” significa recibir honores y premios. En la antigua
Roma se ceñía con una corona de Laurel las sienes de los generales romanos
victoriosos. Y antes de eso en la antigua Grecia, el triunfador de los Juegos Olímpicos
recibía una corona de laurel, mientras que el segundo clasificado se tenía que
contentar con una corona de oro y el tercero con la de plata.
Es en esta fase de la Torre donde se reciben los
conocimientos que se estaban buscando. El objetivo que se estaba persiguiendo
desde un principio y la razón de la iniciación. Pero el proceso no ha
terminado.
Históricamente todos los dioses que han muerto y
renacido lo hicieron al tercer día, Jesucristo, Osiris, Mitra, Attis, Dionisos, Krishna,… El número tres
corresponde al arcano de La
Emperatriz y está totalmente relacionado con la vida, la
creatividad, el crecimiento.
Y este mismo período de tiempo es el que se observa
en el Tarot. Dicho espacio de tres días está reflejado en La
Estrella, La Luna y El Sol (arcanos XVII, XVIII y XIX
respectivamente). Hay mucho más simbolismo en estos arcanos, pero baste con
esto por ahora. En otras entradas hablaremos más profundamente sobre estos
arcanos astronómicos.
Después de estos tres días llega el despertar,
el renacer representado por el arcano XX, El
Juicio. Aquí un ángel del Señor toca la trompeta despertando a los muertos
para que afronten el Juicio Final, aunque ése es otro tema. En el Tarot de los
Druidas este mismo arcano se llama “El Renacimiento”.
Después de esta iniciación el acólito, ya convertido
en un Iniciado está representado por El
Mundo, arcano XXI, en el que podemos ver a una persona rodeada por una
mandorla de laurel (nuevamente) que significa el triunfo y éxito definitivos,
así como el logro de las metas propuestas antes de empezar este Ritual de
Iniciación.
Desde un punto de vista occidental, aquí
acabaría todo. Pero el Tarot es global, holístico, multidisciplinar. En
Occidente creemos en un desarrollo lineal de los acontecimientos, hay un
principio, una continuidad y un desenlace con su final correspondiente.
En cambio en Oriente se cree en un desarrollo
circular. No hay un principio o un fin. Todo es un conjunto, todos somos
Uno, y en base a la Ley
del Eterno Retorno, cuando algo llega a su apogeo, le toca empezar de cero otra
vez. En la antigua China esto queda plasmado en el símbolo del Yin-Yang.
En Occidente la Historia, así con
mayúscula, es muy importante, pero no lo es en Oriente. Aquí nos preocupamos
por cuándo nació una persona, cómo se llamaba, qué hizo,…
En Oriente lo que importa es lo que pasó. Sí,
hubo un Buda (Siddharta Gautama), pero después de él volverá a haber más. No les
importa su nombre o cuándo nació, o quién era su padre. Lo que les importa es
la lección, el mensaje que nos transmitió.
Y ese ciclo circular queda reflejado también el
Tarot. El Loco en su viaje pasa por el mundo material de los primeros nueve
arcanos y al llegar al décimo, la
Rueda de la
Fortuna le hace dar un giro inesperado llevándole a un nuevo
mundo más elevado y espiritual. Al terminar este ciclo, el Loco se ha
transformado en la persona de El Mundo.
Si se observa con detenimiento el primer arcano
de la serie con la que se encuentra el Loco en su viaje, que es El Mago, vemos entre sus piernas, como a
lo lejos, una planta que tiene la misma forma de la mandorla de laurel que
rodea al personaje del Mundo.
Quiere esto decir, que después de haber superado
las etapas del viaje iniciático, el protagonista vuelve al mundo real y
material para integrarse otra vez en la corriente y empezar un nuevo viaje.
Un nuevo ciclo empieza, una nueva preparación,
un nuevo ascenso, más pruebas y más conocimientos. En las artes marciales
cuando se consigue el primer cinturón blanco, aún queda mucho camino por
delante. Incluso cuando se consigue el cinturón negro, la aventura no ha
acabado, llega el primer dan, el segundo dan,…
El camino interno no tiene fin.
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