El
mensaje de la semana a través del I CHING: Lo Inesperado (25)
El
trigrama superior representa el Cielo, lo creativo, la inspiración, la fuerza y
el poder. Es el centro del hemiciclo Yin.
El
trigrama inferior simboliza el Trueno, el movimiento, lo impulsivo, lo que
despierta. Se trata del movimiento hacia el hemiciclo Yang.
La
fuerza sujeta a los distintos elementos con firmeza, creando entre ellos
alianzas y relaciones que permanecen en el tiempo.
El
trueno, cuando en primavera se mueve bajo el cielo, y en ese movimiento hacia
abajo toca la tierra, hace que ésta germine y crezca, recibiendo así todos los
seres, ese influjo de inocencia infantil y esperanzadora de la esencia original
de la Naturaleza.
En la
imagen vemos el perfil de una montaña en la que en un determinado punto sale un
rayo o trueno de las nubes. En la parte superior de éstas, un dragón rojo se
gira hacia el lado dónde se está produciendo el rayo, como si se hubiera
asustado al pillarle por sorpresa.
Lo
inesperado,
también llamado la inocencia, nos
recuerda que la vida es un renacer continuo, momento a momento se sucede la
vida, y aquel que vive y disfruta del presente no necesita estar a la defensiva
porque ni teme ni le preocupa lo que pueda suceder a futuro.
De
niños todo nos resultaba nuevo y asombroso y nos enfrentábamos al mundo siendo
nosotros mismos, hasta que, a medida que vamos creciendo nos van reprogramando
para actuar en perpetua competencia, tener ideales fijos, estando siempre
alerta y a la defensiva para conseguir resultados, en definitiva, perdiéndonos
todo lo que de maravilloso tiene esta vida al ver el mundo como si de un
problema se tratase.
Está
bien saber defenderse, pero el problema es que cuando no lo necesitamos no sabemos
cómo recuperar esa cualidad y tampoco lo consideramos necesario puesto que, de
partida, la ingenuidad, la inocencia y la confianza sólo lo consideramos
cualidades en los niño no en los adultos.
Un
adulto inocente es poco menos que un adulto tonto e inmaduro y nada más alejado
de la realidad, es alguien que no compite con otros por ocupar un lugar porque
conoce perfectamente su sitio, responde espontáneamente a las vicisitudes de la
vida sin que las cargas de los éxitos o fracasos del pasado le frenen su
libertad y sobre todo disfruta de la vida y experimenta con alegría lo
inesperado.
Recordemos
que la vida es un florecimiento continuo y que para poder disfrutarlo con
asombro y emoción sólo debemos mirar con los ojos inocentes de un niño.
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