Durante los siglos posteriores a la Edad
Media, Europa se despertó de un largo letargo oscurantista y se dispuso a
retomar la antorcha de conocimientos que brillaba en la Antigüedad y a
restablecerlos cánones de belleza clásica dando prioridad al estudio y al
conocimiento. Se redescubrieron los clásicos (Homero, Virgilio,…) y se tomaron
a la Grecia y a la Roma clásicas como modelo. Nacía de esta manera el
humanismo. Los señores feudales dieron paso a los príncipes ilustrados que mantenían
a los artistas encargándoles obras de todo tipo.
De esta forma en ciudades italianas como
Milán o Ferrara se agruparon artesanos de variadas especialidades, entre ellos
se encontraban numerosos miniaturistas que realizaban triunfos, barajas de cartas
o Tarots. De esta época son los 17 triunfos conservados en la Bibliothèque
Nationale de Paris, conocidos como Tarot de Carlos VI o Tarot de Estensi, y los
frescos que el duque Borso d’Este mandó pintar en la Sala de los Meses del
Palacio Schifanoia.
El Tarot del Renacimiento que os enseñamos
hoy se inspira en esas dos fuentes, así como en la estética general de esa
época prodigiosa en la que el hombre se convirtió en la medida del mundo.
Vamos a repasar sus Arcanos Mayores:
En el Tarot del Renacimiento, el Loco impone su gigantesca presencia,
símbolo del predominio y de la amenaza del inconsciente, a cuatro pequeños
hombres, representación del orden y de la conciencia, que sustituyen a la
figura del perro que suele ser la habitual en este arcano.
Su semidesnudez alude a los instintos y a la
degradación materialista de los mismos. Las orejas de asno que lleva en su
gorro hacen referencia a la manifestación de la ignorancia.
En el Mago
también se mantiene una descompensación en el tamaño de los personajes. Los dos
que vemos en primer plano representan las dos vías de conocimiento, que ya
hemos mencionado repetidamente en este blog, tienen un tamaño mayor que los
cuatro personajes que aparecen en el arcano anterior. El mago, como muestra de
su poder, sigue siendo enorme.
Es de los pocos mazos en los que el mago no
aparece solo.
La Sacerdotisa
aparece representada como una auténtica Papisa y luce todos los atributos que
convencionalmente se aplican al arcano del Papa en la mayoría de los mazos de
Tarot. Es tal vez uno de las más claras representaciones de la leyenda de la
Papisa Juana.
En el mazo que nos ocupa, el libro ha sido
sustituido por la llave, símbolo de la iniciación y discriminación, que en el
catolicismo es el atributo de San Pedro y, por lo tanto, del Papa como su
legítimo sucesor. Aquí simboliza además la clave del conocimiento.
Sus manos enguantadas recuerdan también a las
del Papa de los mazos tradicionales, y el báculo representa el poder celeste
que ostentan los obispos.
La Emperatriz
ha cambiado su habitual escudo por un orbe en su regazo, símbolo del poder
soberano. Asimismo el cetro que lleva en su mano derecha indica que el poder
que ostenta es activo; la flor de lis que remata el cetro es signo de realeza,
especialmente de la monarquía francesa desaparecida tras la revolución de 1789.
El Emperador,
al igual que en la Emperatriz, se ha sustituido el orbe del cetro por la flor
de lis. En lugar del escudo, aparecen dos jóvenes, encarnación de las dos vías
de conocimiento, la solar o iniciática (alquimia y magia) y la lunar o mística
(iluminación). Sus reducidas dimensiones y su actitud de recogimiento subrayan
el poder del Emperador.
El Papa
es el primer arcano de este mazo en el que el personaje principal se humaniza
al adquirir unas proporciones similares a las del resto de personajes que
aparecen.
En efecto, los dos obispos que están a su
izquierda y derecha (de nuevo las dos vías) conservan proporciones lógicas.
Asimismo el libro que tradicionalmente sujeta la Sacerdotisa en su mano,
aparecen en el regazo de este arcano que al mismo tiempo sujeta en su mano
izquierda las dos llaves de las puertas del reino, lo que le confieren
autoridad espiritual y realeza.
La escena que vemos ilustrada en el arcano de
los Enamorados adquiere en este mazo
de Tarot una dimensión puramente humana siendo además posiblemente la
representación más numerosa (seis personajes humanos y dos ángeles).
Sobre la nube, símbolo de la revelación
divina, surgen dos cupidos (encarnación del deseo y del amor en sus vertientes
positiva y negativa).
Bajo ellos tres parejas vestidas a la usanza
renacentista representan el ternario (mente, emoción y cuerpo) en sus dos polaridades
(masculina y femenina).
El personaje que aparece representado en el Carro permanece en pie sobre él, lo que
es una novedad con respecto a otros mazos, manteniendo el equilibrio sin
aparente esfuerzo y demostrando así que es él quien tiene el control. En su
mano izquierda lleva una alabarda, en representación de la guerra y del trabajo
que hace el héroe en su inconsciente para mantener el equilibrio. Los caballos,
ambos de color blanco, símbolo de pureza, aluden a los instintos sublimados.
El arcano de la Justicia recupera el carácter de arquetipo que transciende la
esfera de lo humano gracias al tamaño y a su actitud hierática, en clara
contraposición a la humanización del personaje del Carro. El halo que rodea su
cabeza recuerda a una telaraña. La justicia divina teje el destino de los
hombres igual que la araña teje su tela.
El Ermitaño
aparece representado como un anciano al pie de una montaña rocosa, símbolo de
ascensión y trascendencia. Los atributos habituales de este arcano, el bastón y
la lámpara, han sido sustituidos por un reloj de arena, representación
simbólica del paso del tiempo y emblema de Saturno.
La Rueda
de la Fortuna se alza sobre el suelo fértil en el que está tumbado un
anciano, símbolo de la decadencia y la muerte, aunque también de la sabiduría.
Con respecto a los tres seres que están incluidos en el ciclo vital de la rueda,
el ser medio asno y medio hombre ascendente de la derecha representa la fase
evolutiva, el asno en la cumbre sugiere la presunción del ignorante, mientras
que el joven cayendo hacia el suelo alude a la comprensión.
Tanto el conjunto de los personajes como sus
características manifiestan el devenir del destino y lo fugaz de sus
conquistas.
La Fuerza
aparece como el arquetipo femenino todopoderoso y enmarcado por una aureola en
forma de telaraña. El típico león asociado a esta carta ha sido cambiado por
una columna rota, símbolo de la amenaza que representa la fuerza del espíritu
ante la aparente fuerza material.
El Colgado
aparece con las manos desatadas y en cada una lleva un pequeño saco en el que
atesora sus experiencias, procedentes tanto de su conciencia como de su
inconsciente.
La Muerte
se presenta como el más dinámico de todos los arcanos aparecidos hasta ahora en
este mazo. La agitación del esqueleto (muerte y renacimiento) contrasta con el
tranquilo estoicismo del que hacen gala los personajes que han recibido en sus
cuerpos el filo de la guadaña (el paso del tiempo). El caballo negro es
portador tanto de vida como de muerte.
La Templanza
no aparece representada como un ángel, sino que ha sido sustituido por la misma
mujer que aparece en los arcanos de la Justicia y la Fuerza. Otro detalle que
difiere con respecto a otras versiones es que la posición de las jarras está
invertida.
El Diablo
ha sido humanizado en la representación que nos ofrece este Tarot. Su aspecto
general es el de un hombre y tan sólo los cuernos y garras de sus pies nos
recuerdan sus características sombrías y subterráneas. En el taparrabos podemos
ver la representación del macho cabrío. En su mano izquierda hay un tridente,
símbolo de su poder sobre las aguas del inconsciente, y con la mano derecha
hace un mudra que representa el ternario mencionado anteriormente.
La Torre
del arcano XVI se ha convertido en una construcción fortificada, típica de la
época en que nos estamos moviendo, que está desmoronando a causa del incendio
que hay en su interior.
El arcano de la Estrella está representado por la diosa Venus surgiendo de las
aguas, lo que nos conecta con el concepto del amor y belleza reinante durante
el Renacimiento. La flecha que lleva en su mano derecha representa la luz del
pensamiento fecundando el inconsciente colectivo (el agua) del que surge la
vida (peces y conchas). El barco que se puede ver al fondo representa la
travesía de la vida.
La Luna puede que sea el arcano más interesante de este mazo tan particular. Podemos ver a dos estudiosos que observan y miden el satélite de nuestro planeta. Una imagen que representa claramente el despertar de la ciencia y el conocimiento después de los años oscuros de la Edad Media.
La Luna puede que sea el arcano más interesante de este mazo tan particular. Podemos ver a dos estudiosos que observan y miden el satélite de nuestro planeta. Una imagen que representa claramente el despertar de la ciencia y el conocimiento después de los años oscuros de la Edad Media.
Sobre sus cabezas brilla el astro nocturno y
a sus pies florece la vida.
El Sol
también es muy diferente a las representaciones usuales. Una mujer (el alma) de
pie en una pradera floreada está hilando el hilo del destino (la vida). Este
elemento, que suele pertenecer a las deidades lunares, implica en este arcano
solar que la mujer está hilando una vida espiritual y superior.
En el Juicio
el número de personajes habituales se ha multiplicado con respecto a la representación
tradicional. En la parte superior aparecen dos ángeles (igual que en los
Enamorados) llamando con sus trompetas a los iniciados a través de las dos
vías.
Bajo ellos siete cuerpos se levantan de las
tumbas, como símbolo de la finalización de un ciclo completo y de la
consecución de la vida eterna.
En el arcano del Mundo nos volvemos a encontrar con la mujer que ya había aparecido
en los arcanos de la Justicia, Fuerza y Templanza. Aquí simboliza el alma y sus
virtudes, las incorpora todas y se nos presenta triunfante sosteniendo un orbe
y un cetro, ambos emblemas de poder. Sus pies reposan sobre una esfera que
contiene el mundo suspendido entre las nubes.
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